Dra. Talia Lerner
Translated by Yolanda Gomez Galvez
Convertirse en científica requiere algo más que amor por la ciencia; se necesita valentía. A lo largo de su carrera, la Dra. Talia Lerner ha tenido que correr riesgos, superar el rechazo y luchar contra los desafíos de aprender algo nuevo en cada momento. Su valentía la ha llevado a su éxito actual como investigadora principal, mentora compasiva y profesora asistente en la Universidad Northwestern de Chicago.
Profesora Asistente Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina de la Universidad Northwestern
Becaria posdoctoral Universidad de Stanford
PhD en Neurociencia Universidad de California San Francisco (UCSF)
Talia siempre estuvo interesada en la ciencia, pero como estudiante de pregrado en Yale, no estaba segura exactamente de qué tipo de ciencia le atraía más. Talia estuvo de voluntaria por un corto tiempo en un laboratorio de microbiología y aprendió dos cosas: primero, definitivamente quería ser científica y segundo, ¡absolutamente no quería estudiar microbiología! Decidió especializarse en bioquímica y, después de leer detenidamente los artículos del fisiólogo sináptico Thomas Südhof, ganador del Premio Nobel – como hace todo joven de 20 años en su tiempo libre – sintió cada vez más curiosidad por el cerebro. Aunque Talia obviamente era brillante y estaba motivada, también era tímida y se sentía intimidada al pedir unirse a los laboratorios de investigación. Cuando reunió el coraje para solicitar unirse a un laboratorio en Yale, dirigido por uno de los metorados de Südhof, se encontró cara a cara con el rechazo que temía. Sin embargo, la refirieron al laboratorio del Dr. David Zenisek, donde finalmente completó su tesis de último año estudiando las bases bioquímicas de las sinapsis de cinta en la retina. Más adelante en su carrera, Talia todavía piensa en esta experiencia y recuerda no solo lo aterrador que es ponerse en contacto con un laboratorio, sino también lo importante que puede ser responder con compasión.
Al postular para programas de posgrado, Talia decidió centrarse en la neurociencia porque era más amplia e interdisciplinaria que la bioquímica y se sentía atraída por las posibilidades de lo que podía aprender. Aunque fue rechazada de varios programas debido a su falta de experiencia pura en neurociencia, finalmente eligió la Universidad de California en San Francisco (UCSF) para su trabajo de posgrado.
Una vez más, Talia se enfrentó a un mar de posibilidades. No había tomado ninguna clase de neurociencia en Yale, por lo que estaba empezando desde cero. Talia aprovechó al máximo sus rotaciones y pasó tiempo en cuatro laboratorios diferentes antes de elegir realizar su tesis de doctorado en el laboratorio del Dr. Anatol Kreitzer. En el momento en que se unió, el laboratorio Kreitzer era nuevo en UCSF y Talia iba a ser la primera estudiante de posgrado de Anatol. Unirse a un nuevo laboratorio puede suponer un gran riesgo: ¿cuál era el estilo de mentoría de Anatol? ¿Tenía el laboratorio suficientes recursos? ¿Sería capaz de investigar las preguntas que le interesaban? Una vez más, la valentía de Talia dio sus frutos. Como era la única estudiante en el laboratorio, obtuvo tiempo de mentoría casi ilimitado y fue testigo de la construcción de un laboratorio desde cero, una experiencia que sería invaluable más adelante en su propia carrera.
A pesar de no tener formación en neurociencia, pronto se convirtió en una experta en electrofisiología mientras estudiaba la plasticidad sináptica del sistema dopaminérgico en el estriado. La dopamina es un neurotransmisor importante que desempeña un papel clave en el movimiento. Las alteraciones de la dopamina en la vía indirecta del sistema estriado pueden provocar problemas con el control motor, como la rigidez que experimentan muchos pacientes con la enfermedad de Parkinson. En su doctorado, Talia estudió cómo dos receptores diferentes en esta vía, el receptor de dopamina D2 y el receptor de adenosina A2A, se equilibran entre sí, determinando en última instancia cuándo se debilitan las sinapsis excitadoras en las neuronas estriatales de la vía indirecta y disminuye la actividad en la vía indirecta. La disminución de la actividad en la vía indirecta puede mejorar la capacidad de movimiento, y sus resultados brindan información sobre un mecanismo importante que potencialmente puede usarse para tratar los trastornos del movimiento. Tras completar su tesis en el laboratorio Kreitzer, Talia puso su mirada en el sueño de ser ella misma algún día investigadora principal. El siguiente paso fue elegir el posdoctorado perfecto.
En 2012, Talia comenzó un posdoctorado en el laboratorio del Dr. Karl Deisseroth en Stanford. Aunque el laboratorio Deisseroth había estudiado el sistema de dopamina, entre muchos otros sistemas cerebrales, este laboratorio era mucho más grande y estudiaba estos sistemas con una apasionante variedad de técnicas de vanguardia. Estas técnicas incluían optogenética, CLARITY (una técnica completamente nueva para hacer transparente el tejido) y fotometría de fibra (una tecnología para medir la actividad neuronal que, en ese momento, se encontraba en sus primeras etapas de desarrollo). Al llegar a este nuevo entorno, Talia tuvo el desafío de aprender todas estas nuevas técnicas. Además de eso, ahora era una de las 50 personas en el laboratorio, por lo que tuvo que adaptarse para trabajar de forma independiente. En su trabajo posdoctoral, examinó la heterogeneidad de las neuronas dopaminérgicas en el cuerpo estriado dorsal tanto ex vivo como in vivo utilizando técnicas de laboratorio como CLARITY y fotometría de fibra. Descubrió que las neuronas de dopamina en diferentes partes del cuerpo estriado comunican tipos de información fundamentalmente diferentes y posteriormente producen comportamientos diferentes. Siguiendo su pasión por estudiar la dopamina e inspirada por preguntas sobre cómo los circuitos de dopamina estriatal podrían estar modulando el comportamiento, Talia buscó un puesto como docente.
Sin embargo, cuando comenzó a hacer entrevistas en universidades, Talia se dio cuenta de que su pareja no la apoyaba en su carrera y que su matrimonio había empeorado. En ese momento de su vida, Talia no sólo estaba terminando su trabajo posdoctoral y volando por todo el país haciendo entrevistas para el puesto de docente, sino que también estaba cuidando a su hijo recién nacido. La falta de apoyo de su pareja era insostenible y se enfrentaba a una enorme decisión. “Tenía mucho miedo no solo de estar sola y criar a un niño sola, sino también de arruinar mi oportunidad de hacer carrera en el mundo académico, especialmente en esta etapa crítica de transición”. Ante una aterradora incertidumbre, Talia decidió abandonar su matrimonio. Aceptó un puesto como profesora asistente en Northwestern, hizo las maletas con su vida y la de su hijo en California y comenzó su nuevo capítulo. Desde que llegó a Chicago con un niño pequeño que se retorcía, Talia ha construido ella sola un exitoso laboratorio. También se volvió a casar con una pareja maravillosa y solidaria, con quien tiene un segundo hijo. Habiendo superado este difícil período de su vida, Talia cree que la experiencia la convirtió en una persona más fuerte y compasiva. “Las circunstancias desafortunadas suceden”, reflexiona, “y es posible superarlas. No es que todo tenga que salir a la perfección para no arruinar las cosas.”
El laboratorio de Talia en Northwestern tiene cinco estudiantes de posgrado, el primero de los cuales acaba de graduarse. Su línea de investigación se centra en las bases biológicas del comportamiento habitual y la formación de hábitos en el sistema de dopamina, financiada por varias subvenciones, incluido el Premio NIH Early Innovator [Premio NIH Innovador temprano, en castellano]. Como mentora, Talia dedica tiempo a reflexionar sobre cómo se sintió ella misma en cada etapa de su carrera investigadora; jóvenes y emocionados, intimidados, amedrentados por el riesgo y la independencia, o atravesando desafíos personales desconocidos. Al dirigir su laboratorio, practica la compasión y aprecia las diferencias individuales en los estilos de aprendizaje y trabajo. Ella alienta a los estudiantes a aprovechar recursos como el asesoramiento gratuito y cultivar sus pasatiempos, como lo ha hecho con las aventuras al aire libre y la pintura. Por último, nos recuerda a todos que la valentía es tan importante como la habilidad científica, y que asumir riesgos puede conllevar considerables beneficios profesionales y personales.