Dra. Susanne Ahmari
Profesora Asociada en Departamento de Psiquiatría Universidad de Pittsburgh
Residente de Psiquiatría y becaria postdoctoral Universidad de Columbia
Carrera en Medicina y Doctorado en Fisiología Celular y Molecular Universidad de Standford
Translated by Yolanda Gomez Galvez
Antes de convertirse en una neurocientífica y psiquiatra estudiando y tratando el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la Dra. Susanne Ahmari tenía una idea muy diferente de cómo avanzaría la salud humana. Ella tenía una visión romántica - probablemente inspirada en la cultura pop y películas como ‘El curandero de la selva’ (Medicine Man, en inglés) - de ir en la selva tropical e identificar nuevos productos botánicos que podrían usarse para curar el cáncer. Pero cuando comenzó la universidad con una beca de investigación en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, no había un laboratorio que encajara en ese nicho. Necesitaba un segundo plan, y bueno... ¿el cerebro parecía algo genial? Así empezó un viaje que, si bien no fue exactamente lo que Susanne imaginó inicialmente, culminaría sin embargo en una carrera profesional para ayudar a las personas - su objetivo original e inquebrantable - mediante la combinación de investigación y práctica clínica.
El laboratorio en el que finalmente se quedó fue el del Dr. Bill Greenough, un experto principal en cómo la edad y la experiencia afectan la plasticidad del cerebro. El laboratorio de Greenough era excepcionalmente acogedor para estudiantes universitarios motivados como Susanne, y ella desarrolló una profunda pasión por la investigación y la neurociencia. Ella tenía la intención de buscar un doctorado, pero al mismo tiempo anhelaba recibir resultados más inmediatos sobre el impacto positivo de su trabajo en las personas. Esto la llevó a decidir realizar la carrera de medicina y un doctorado en investigación, a pesar de la falta de modelos a seguir que habían tomado ese camino y el desánimo bien intencionado de familiares y amigos que estaban preocupados por una formación profesional tan larga. Susanne tuvo un acto de fe - el primero de muchos en su carrera - y entró en el programa de formación de médicos y científicos de la Universidad de Stanford.
Después de haber abandonado en gran medida la carrera de curandera de la selva, Susanne tenía el nuevo objetivo de dedicarse a la investigación en neurociencia y la práctica de la neurología. Al principio, las cosas iban según lo planeado: hizo su doctorado con el Dr. Stephen Smith en Stanford, utilizando sofisticadas técnicas de microscopía en cultivos de células del hipocampo para examinar cómo se co-transportan las proteínas sinápticas a los sitios de nuevas sinapsis. Pero luego, cuando regresó a la facultad de medicina y comenzó su rotación en neurología, identificó un pequeño problema en su plan de carrera cuidadosamente elaborado: no le gustaba la neurología. Afortunadamente, no pasó mucho tiempo antes de que descubriera un nuevo amor: la psiquiatría. Si bien sentía que la psiquiatría, no la neurología, era el campo de la medicina que quería seguir, una vez más se enfrentó a una escasez de personas ejemplares a seguir - la psiquiatría era un camino poco convencional para las médicos-investigadoras en ese momento - y a cierto desaliento por sus mentores de la carrera de medicina. Una vez más, decidió tener un acto de fe. Pero tan pronto como hizo una entrevista para una residencia en psiquiatría orientada a la investigación en la Universidad de Columbia, supo que había tomado la decisión correcta. “Escucha a los demás”, aconseja, “...pero también tienes que valorar fuertemente tu propia creencia sobre lo que es mejor para ti”.
En Columbia, Susanne comenzó a trabajar en el laboratorio del Dr. René Hen y colaboró con el investigador clínico Dr. Blair Simpson en un proyecto recientemente financiado para estudiar el transtorno obsesivo-compulsivo (TOC) uniendo la investigación científica básica en ratones y la investigación clínica en pacientes humanos. Debido a su experiencia en investigación y sus intereses clínicos, Susanne era la persona perfecta para crear ese puente. Cuando comenzó a realizar varias pruebas clínicas en pacientes con TOC y a explorar los efectos de diferentes niveles de receptores de serotonina en modelos de ratón, se dio cuenta de que, a la hora de realizar investigaciones, prefería los estudios de mecanismos que sólo podía realizar en modelos animales. Cuando comenzó la transición para liderar su propia línea de investigación independiente, Susanne quería comprender los mecanismos subyacentes a los patrones aberrantes de actividad neuronal que se encuentran en los pacientes con TOC. Susanne propuso utilizar la optogenética - lo que entonces era una técnica novedosa y poco utilizada - para simular estos patrones de actividad anormales en ratones. Emocionada por el potencial de esta nueva técnica, obtuvo una subvención independiente para comprar su propio equipo de optogenética. Después de buscar formación en el grupo Deisseroth en Stanford y llevar la optogenética a su laboratorio en Columbia, Susanne hizo el emocionante descubrimiento de que la hiperestimulación optogenética crónica, pero no a corto plazo, de una vía desde la corteza orbitofrontal al cuerpo estriado conducía a un aseo en ratones: un comportamiento relevante para los comportamientos repetitivos en pacientes humanos con TOC.
Hoy en día, el laboratorio de Susanne en la Universidad de Pittsburgh utiliza una variedad de técnicas optogenéticas, transgénicas, imágenes para visualizar actividad neuronal, electrofisiología, moleculares y genéticas para estudiar las causas neuronales de las conductas compulsivas en ratones. De acuerdo con su interés clínico en el TOC, su laboratorio también está trabajando con tejido postmortem humano para buscar sustratos moleculares del TOC. Susanne continúa uniendo la investigación científica básica con el trabajo clínico - por ejemplo, colabora con investigadores clínicos para desarrollar tareas que pueden aplicarse de manera análoga tanto a modelos animales de TOC como a pacientes humanos. También sigue atendiendo pacientes, lo que permite que su práctica clínica y su investigación sigan retroalimentándose entre sí. De hecho, algunas de las áreas de investigación actuales de su laboratorio han surgido directamente de su práctica clínica. Por ejemplo, Susanne está especialmente interesada en comprender los circuitos que subyacen a los procesos de refuerzo negativo: cómo una recompensa puede en realidad eliminar algo negativo, como una amenaza, en lugar de recepción algo positivo. Este trabajo fue inspirado directamente en su primer paciente con TOC durante su residencia en Columbia: cuando Susanne preguntó si las compulsiones de la paciente le hacían sentirse bien de algún modo, ella respondió que sí, pero sólo porque hacían que su ansiedad desapareciera. Esta conversación se quedó con Susanne a lo largo de los años e inspiró directamente un área activa de investigación en su laboratorio. Además, descubrió que compartir detalles de su investigación puede ser terapéutico para sus pacientes, quienes a menudo buscan consuelo y explicación de por qué luchan por controlar sus obsesiones y compulsiones. Cuando un paciente pidió un “mantra de neurociencia” que pudiera usar, Susanne respondió: “¡No tengo que escuchar mi estriado!” De todas estas formas y más, Susanne ha descubierto que la integración de su investigación y su trabajo clínico es tan gratificante como esperaba. Sus actos de fe han dado sus frutos.
Por supuesto, sus actos de fe no estuvieron libres de desafíos. Construir ese puente entre la investigación clinica en humanos y la investigación básica en animales durante su posdoctorado, aunque gratificante y, en última instancia, muy exitoso, a menudo fue tremendamente difícil. Nadie a su alrededor había hecho eso antes, por lo que tenía que ser casi completamente independiente. Iniciar su propio laboratorio, que requirió pasar de trabajar sola a administrar personas y asumir la responsabilidad de su trabajo y bienestar, presentó su propia serie de desafíos, especialmente porque coincidió con un problema de salud y tener un hijo. Sin embargo, mantener su fe en que las cosas al final saldrían bien ha demostrado ser una poderosa fuerza impulsora a lo largo de su carrera: ella está haciendo una ciencia apasionante que ayuda a las personas, tal como siempre soñó. Y aunque esto no implica recorrer la selva tropical como alguna vez había imaginado, es igualmente gratificante.