Dra. Adrienne Fairhall

Dra. Adrienne Fairhall

 

Profesora Departamento de Fisiología y Biofísicas, Universidad de Washington
Becaria Postdoctoral Instituto de Investigación NEC y Princeton University 
PhD en Física Instituto de Ciencia Weizmann

Translated by Gabriela Rasch

La Dra. Adrienne Fairhall quedó cautivada con el poder explicativo de las física a una edad temprana. Como estudiante de noveno grado, asistió a clases de física en su universidad local en Australia y se formó para convertirse en una “explicadora” en el Centro de Ciencias Questacon. Durante el resto de la secundaria, ella trabajó en el centro de ciencias explicando a los visitantes cómo funcionan fenómenos como la presión del aire y los modos de vibración, incluso dando conferencias científicas públicas en toda regla como parte del “Circo de Ciencia” de Questacon. Hoy, como neurocientífica teórica preeminente de la Universidad de Washington, Adrienne sigue siendo una “explicadora”, aunque de una forma diferente, ella y su laboratorio buscan utilizar los principios físicos subyacentes para comprender y explicar las interacciones neuronales en el cerebro.

Habiendo sobresalido en matemáticas durante la escuela secundaria y obteniendo formación adicional en física gracias a su tiempo en el centro de ciencias, Adrienne estaba entusiasmada de comenzar la universidad con un doble grado de honor en física y matemáticas. Su introducción a la neurociencia no vino hasta más tarde, cuando era una estudiante doctoral de física en el Instituto Weizmann en Israel trabajando en turbulencia con el Dr. Itamar Procaccia. Ella recuerda que esto fue un tiempo particularmente emocionante en el Instituto Weizmann, ya que la parte nueva de ciencias cerebral del instituto estaba atrayendo a muchos estudiantes en transición de las física a la neurociencia, así como a muchos profesores de renombre mundial. Adrienne comenzó a asistir a unas de las clases de neurociencia y fue cautivada por el estilo de discusión. Estas clases fueron frecuentadas por una variedad diversa de psicólogos, informáticos, neurobiólogos, matemáticos y físicos, todos con diferentes perspectivas pero con el objetivo común de comprender el cerebro. La emoción y energía en este campo floreciente en el [Instituto] Weizmann era contagioso y Adrienne quedó cautivada. Ella decidió perseguir su investigación postdoctoral en el campo de la neurociencia teórica. 

A través de su postdoctorado y comenzando su propio laboratorio en la Universidad de Washington, Adrienne estudió la codificación neuronal adaptativa: cómo los cambios en el entorno conducen a cambios en cómo se representa el entorno en la actividad neuronal. Con los Drs. Bill Bialek en el Instituto de Investigación NEC en Princeton y después Michael Berry en la Universidad de Princeton, Adrienne estudió la codificación adaptativa en el sistema visual de la mosca y descubrió que la “re-asignación” precisa de las tasas de disparo refleja de cerca los cambios en la variación del entornos de las moscas. Ella continuó explorando los principios fundamentales de la codificación adaptativa en otros sistemas mientras comenzaba su nuevo laboratorio y descubrió que estos principios fueron compartidos en gran medida a través de diferentes sistemas sensoriales. Estos hallazgos sugirieron un principio fundamental de un “código neuronal” sobre cómo las neuronas representan el mundo que nos rodea, un descubrimiento emocional tanto para los teóricos como para los experimentadores. 

Hoy, el laboratorio de Adrienne se enfoca más ampliamente en comprender la naturaleza del código neuronal. Ella colabora con un número de diferentes laboratorios experimentales para abordar una amplia variedad de preguntas neurobiológicas, preguntas que van desde cómo funcionan los músculos en Hydra, el papel de la variabilidad del canto de los pájaros, o cómo los monos “aprenden a aprender”. A menudo, estas colaboraciones surgen cuando Adrienne ve la charla de un colega y encuentra sus datos particularmente "inspiradores", datos que plantean preguntas fundamentales sobre el código neuronal en el que la física podría proporcionar una idea.

Además de ser una científica exitosa, Adrienne también es madre y una defensora ferviente de que esos roles no son mutuamente excluyentes. Como investigadora postdoctoral, Adrienne sabía que quería tener una familia, pero al observar a su alrededor, se dio cuenta de que había muy pocos ejemplos de colegas, tanto hombres como mujeres, que también tuvieran hijos. Después de tener a su primer bebé, notó que muchas mujeres jóvenes querían hablar con ella y buscar su consejo sobre cómo equilibrar la vida familiar y el desarrollo de sus carreras. Se dio cuenta de que existía una necesidad real de mantener conversaciones abiertas sobre el equilibrio entre el trabajo y la familia, pero que se carecía de ellas. Esto la motivó a publicar su blog, ampliamente difundido y titulado adecuadamente "¿Cómo lo hace?", que presenta a muchas neurocientíficas exitosas que han logrado equilibrar sus carreras con sus familias y brindan palabras de consejo. Es importante destacar que su entrada de blog incluye no solo descripciones, sino también imágenes de madres científicas felices con sus hijos. "Lo que realmente quería lograr con el blog, más que cualquier otra cosa, era reemplazar esas imágenes que a menudo tenemos de las mujeres como las 'heroínas' en el laboratorio [...], con el otro lado que tanto preocupaba a tantas mujeres jóvenes, en particular... si haces eso, si ERES la heroína en el laboratorio, ¿cuál es el efecto que eso tiene en tus hijos? ¿Son infelices? [...] ¡Lo que quería mostrar era que NO! - ¡puedes estar en el laboratorio, volver a casa y tu bebé seguirá amándote!" Aunque señala que pueden ser necesarios algunos compromisos, como delegar ciertas responsabilidades parentales a otro cuidador, quiere que otras neurocientíficas aspirantes sepan que una vida familiar satisfactoria, si así lo desean, es totalmente alcanzable.

El equilibrio entre el trabajo y la familia no es el único obstáculo al que se enfrentan las jóvenes académicas sobre el cual Adrienne es intencionalmente transparente. No le resulta ajena la sensación de ansiedad y el síndrome del impostor; por ejemplo, cuando era una nueva estudiante universitaria en el primer día de clase de su grado de honor de matemáticas, las descripciones de los requisitos del curso por parte del profesor la hicieron sentir tanta ansiedad acerca de su propia preparación que cambió a una clase de nivel inferior. Unos años más tarde, después de regresar a la vía de matemáticas de nivel superior (y esforzarse por ponerse al día con las clases que había abandonado), se enteró de que los demás estudiantes en esa misma clase no estaban más preparados que ella. En ese momento Adrienne se dio cuenta de que esos sentimientos de ansiedad podrían ser infundados y contraproducentes. Aunque todavía experimenta ansiedad con regularidad, ha aprendido a no dejarse limitar por esos sentimientos. Además, intenta animar a las estudiantes que son demasiado críticas consigo mismas, a menudo de manera desproporcionada en las mujeres, a que tampoco se limiten a sí mismas.

Adrienne lidera con el ejemplo de innumerables formas: como una científica excepcional, como una madre trabajadora y también como una destacada académica en un campo particularmente dominado por hombres. Uno de sus esfuerzos como co-directora del programa de investigación y educación del Centro de Neurociencia Computacional en la Universidad de Washington es fomentar que más mujeres se dediquen a la neurociencia computacional. Si bien puede haber muchas razones por las cuales las mujeres están subrepresentadas, ella espera que al demostrar las emocionantes aplicaciones de las matemáticas en las cuestiones de la neurociencia, se anime a más mujeres a ingresar y permanecer en este campo. "No es que a las mujeres no les gusten las matemáticas, ¡les encantan las matemáticas! Pero luego resulta que no necesariamente quieren ser matemáticas, sino aplicar las matemáticas a cosas que les parecen emocionantes. ¡Y este campo es el más emocionante que puedes imaginar!" Con entusiastas modelos a seguir como Adrienne al mando, hay muchas razones para ser optimistas respecto al futuro de las mujeres en la neurociencia computacional.

 
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