Dra. Charisse Winston-Gray
Translated by Lesley Guareña-Espinosa
Becaria Postdoctoral University of California, San Diego
Profesora adjunta Southwestern College
PhD en Neurociencia Georgetown University
Sangre y huesos rotos; Como estudiante paramédico, la Dra. Charisse Winston-Gray fue testigo de muchas escenas espeluznantes. Mientras que otros estudiantes de pre-medicina se sintieron estimulados por estos momentos, las escenas sangrientas no le sentaron bien a Charisse. Aunque creció con el sueño de convertirse en doctora, rápidamente se dio cuenta de que ejercer la medicina no era el camino correcto para ella. Mientras cursaba su licenciatura en química en una carrera previa a la medicina, Charisse se acostumbró al entorno del laboratorio científico y se dio cuenta de que quería permanecer en la ciencia. Incluso después de decidir no dedicarse a la medicina, Charisse continuaría haciendo importantes contribuciones al campo de la medicina como investigadora postdoctoral que estudia los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer.
Con un plan de seguir una carrera científica en la industria, Charisse sabía que necesitaba un título de posgrado para sobresalir. Mientras cursaba una maestría en la Universidad de Georgetown, perfeccionó la habilidad de cultivar neuronas en vitro. Uno de los profesores de Charisse quedó impresionado con su experiencia y la contrató para trabajar en su laboratorio en el Instituto Nacional de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) una vez que completó su título. Aunque disfrutó el trabajo, el ambiente del laboratorio lleno de científicos mayores faltaba comunicación y colaboración. Charisse pronto se dio cuenta del efecto que la dinámica del laboratorio estaba teniendo sobre su propia felicidad y productividad. “Si no estoy feliz en [una] posición, no voy a tener éxito”, dice ella. Como una científica joven y enérgica, sintió que necesitaba un laboratorio que igualara y fomentara ese espíritu. Después de trabajar en el NIH durante un año, Charisse estaba ansiosa por seguir adelante y solicitó una escuela de posgrado y trabajos al mismo tiempo, dejando que el destino tome el mando.
El destino vino en la forma de la Dra. Karen Gale, reconocida por su firme defensa de las mujeres en la ciencia y de todas las aprendices en Georgetown. Después de haber obtenido su maestría en Georgetown, Charisse rápidamente entró en el radar de la Dra. Gale en la comunidad pequeña y unida. Después de una conversación con la Dra. Gale sobre sus metas a futuro y lo que quería de la ciencia, Charisse solicitó el ingreso al programa de doctorado del Programa Interdisciplinario en Neurociencia en Georgetown.
Armada con los conocimientos adquiridos durante su tiempo en el NIH, deliberadamente buscó un laboratorio de doctorado con un ambiente positivo, proyectos de investigación interesantes y un estilo de tutoría que se ajustara a sus propias necesidades. El laboratorio del Dr. Mark Burns terminó logrando el equilibrio adecuado para Charisse, y casualmente estudió uno de los temas "del momento" en neurociencia: lesión cerebral traumática o TBI, por sus siglas en inglés.
Para investigar la TBI en ratones, los científicos les dan a los ratones lesiones leves en la cabeza y examinan cómo cambia el cerebro después de la recuperación. Los sitios de conexión entre las células del cerebro, llamados dendritas, se dañan después de una TBI. El laboratorio también estudió el amiloide-β, una molécula tóxica comúnmente asociada con la enfermedad de Alzheimer (EA) que también se acumula en el cerebro después de una lesión cerebral traumática. Durante su doctorado, Charisse demostró que una sola lesión cerebral en ratones daña las dendritas, incluso en áreas alejadas del lugar de la lesión, y que esta pérdida no se debió al amiloide-β.
Charisse nunca planeó quedarse en la academia después de obtener su doctorado. Le dijo enfáticamente a sus mentores y al comité de tesis: “Me voy de aquí. Buena suerte a todos”. Charisse se postuló para un puesto académico posdoctoral únicamente para aumentar su historial de publicaciones y mejorar sus posibilidades de conseguir un puesto de primer nivel en la industria. Sin embargo, ahora que se acerca el final de su postdoctorado, Charisse ya no persigue ese puesto en la industria. "Estoy sorprendida de que todavía esté aquí", dice ella. “Acabo de solicitar mi primera subvención importante como investigadora principal y espera obtenerla para permanecer en la academia. Me encantaría quedarme en este campo”.
Charisse está en su cuarto año como becaria postdoctoral y becaria de neuroplasticidad del envejecimiento en el laboratorio del Dr. Robert Rissman en UCSD. Su investigación se centra en el descubrimiento de biomarcadores para la enfermedad de Alzheimer, que espera ayude a identificar a pacientes para una intervención temprana antes de que comience la enfermedad de Alzheimer. “Cuando alguien muestra signos de demencia, ya es demasiado tarde”, dice Charisse. “Tu cerebro se ha estado deteriorando durante cuarenta o cincuenta años”. Específicamente, Charisse está buscando en la sangre de las personas lo que cree que podría contener poderosos biomarcadores: exosomas. Cada órgano del cuerpo empaqueta proteínas en exosomas, que se envían al torrente sanguíneo. “[Ellos] son parte de un sistema de transporte que ayuda a las células a comunicarse”, ella explica. “También se cree que son botes de basura o de eliminación de desechos de la célula que pueden traficar a la sangre”. Charisse analiza los marcadores de proteínas dentro de los exosomas que se comparten entre los pacientes con enfermedad de Alzheimer, que luego podrían usarse para identificar a otros pacientes que aún no presentan síntomas clínicos de la enfermedad. El estudio de los exosomas en la investigación del cáncer es común, pero el uso de esta técnica para investigar la enfermedad de Alzheimer es relativamente novedoso.
La pasión de Charisse por el descubrimiento de biomarcadores se combina con su impulso por cultivar una nueva generación de futuros científicos. Además de su investigación, Charisse enseña en Southwestern College como miembro adjunto de la facultad y coordinadora de aprendizaje basado en el trabajo. Los desafíos que ella enfrentaba durante su tiempo como estudiante dan forma a su filosofía de enseñanza y tutoría. Después de una transición difícil de la escuela secundaria a la universidad en la que a menudo tuvo problemas para obtener buenas calificaciones, descubrió que ingresar al programa de doctorado no fue más fácil. Nunca había estudiado neurociencia fundamental antes de su doctorado y era una de las estudiantes de más edad del programa. “Todo era muy, muy nuevo para mí, y me sentía atrasada”.
El obstáculo más grande llegó en el segundo año de su doctorado cuando no aprobó la clase de anatomía en la escuela de medicina. “Era la primera vez que reprobaba una materia. Me sentí aislada. Tenía dudas. Estaba contemplando que tal vez esto no era para mí...tal vez simplemente no puedo hacerlo". Pero Charisse no se rindió. Aprobó la clase al año siguiente al esforzarse y construir una red de apoyo con una amiga que también reprobó el curso. Ahora, al otro lado del aula como profesora, Charisse se asegura de encontrar a cada estudiante donde se encuentre. Su experiencia con el fracaso y la incertidumbre la impulsa a prestar atención a los estudiantes como individuos, detectando quién tiene dificultades y tomando la iniciativa para comunicarse con ellos de manera regular. Reflexionando sobre su pasado, Charisse dice: "Hubiera querido que alguien hiciera eso por mí".
A lo largo de su formación, la mente abierta de Charisse le ha dado la capacidad de prosperar en entornos inesperados. Su camino ha cambiado de médico a investigadora en la industria, y se ha decidido por facultad titular. Esta flexibilidad e impulso preparan a Charisse para ser líder como investigadora y mentora en neurociencia. Mientras busca un puesto en la facultad para continuar su trabajo sobre exosomas y biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer, su enfoque en la capacitación de jóvenes científicos nunca se pierde de vista. Charisse ve su trayectoria como el ejemplo perfecto de lo que es posible si alguien recibe el apoyo y la oportunidad de crecer como científico. El camino inesperado de su carrera motiva a Charisse a asesorar a futuros estudiantes y ayudarlos a avanzar en el campo a medida que avanzan en sus propias carreras de investigación.