Dra. Moriel Zelikowsky
Profesora Asistente Departamento de Neurobiología y Anatomía, Universidad de Utah
Becaria Postdoctoral Instituto de Tecnología de California (CalTech)
PhD en Psicología Universidad de California Los Angeles (UCLA)
Translated by Gabriela Rasch
Cuando la Dra. Moriel Zelikowsky comenzó su primer año en la Universidad de California Los Angeles (UCLA), quería estudiar cine. Sin embargo, con el tiempo se inclinó hacia la filosofía; le encantaba reflexionar críticamente sobre las grandes preguntas que están en el corazón de la condición humana. Estaba especialmente interesada en la metafísica, en preguntas como "¿qué es el dolor?" y "¿qué es la cognición?". Pero hacia el final de su licenciatura en filosofía, Moriel no podía dejar de sentir que quería explorar estas preguntas metafísicas de una manera más concreta. Hoy en día, Moriel es profesora asistente en la Universidad de Utah, donde su laboratorio se enfoca en los circuitos neuronales que subyacen al estrés, el miedo y el comportamiento social. Aunque en algunos aspectos su campo de estudio actual está muy alejado de su especialización de pregrado, Moriel cree que su formación en filosofía sigue influyendo en su forma de pensar como científica: siempre examina críticamente las grandes preguntas antes de profundizar en los detalles experimentales.
Después de graduarse con una licenciatura en filosofía, Moriel permaneció en UCLA para realizar un doctorado en psicología, pensando que la psicología experimental podría permitirle responder grandes preguntas filosóficas de una manera más directa y práctica. Con los años, este interés inicial en la mente y el comportamiento se ha convertido en una pasión por la neurociencia basada en circuitos. Como estudiante de doctorado, Moriel se unió al laboratorio del Dr. Michael Fanselow. Su tesis se centró en los circuitos subyacentes al aprendizaje contextual, específicamente en la codificación hipocampal de señales contextuales en los procesos de extinción y renovación del miedo. Más aún, examinó la interacción entre el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal en el aprendizaje y el comportamiento basados en el miedo.
Además de sus descubrimientos científicos durante el posgrado, Moriel también se comprometió a promover la paridad de género en el campo. Como estudiante, le encantaba asistir a la conferencia de la Sociedad Pavloviana, pero notaba que año tras año, la gran mayoría de los presentadores eran hombres. Organizó un almuerzo en la conferencia durante el cual una ponente invitada daba una charla informal sobre sus experiencias como mujer en el campo. Esa misma ponente también daba una charla científica como parte del evento. Moriel encontró sumamente gratificante ver que, a menudo, la mayoría de los asistentes al almuerzo eran hombres, lo que significaba que el sesgo de género en la academia era un tema que una gran comunidad de científicos quería entender y abordar. La idea de Moriel ha prosperado, y lo que comenzó como un almuerzo en una conferencia es ahora una organización sin fines de lucro llamada Mujeres en el Aprendizaje (Women in Learning, en inglés), cuya misión es conectar a jóvenes mujeres en los campos de aprendizaje, comportamiento y memoria con las pioneras que las precedieron.
Tras obtener su doctorado, Moriel se unió al laboratorio del Dr. David Anderson en el Instituto de Tecnología de California (CalTech) para su beca postdoctoral, donde continuó desarrollando el trabajo de su doctorado. El laboratorio de Anderson estudia la agresión y el comportamiento durante el apareamiento, y Moriel quería entender cómo ciertas circunstancias pueden generar tanto miedo como la agresión. Así, mostró que el aislamiento social – conocido por causar un aumento en la agresión – también altera el circuito del miedo. Moriel descubrió que un neuropéptido en particular, Tac2, se aumenta en varias regiones del cerebro tras el aislamiento social y desencadena varios comportamientos derivados del aislamiento, incluida una mayor agresividad en ratones. Moriel es muy consciente de las implicaciones de su investigación para la práctica punitiva del confinamiento en solitario. Su trabajo sugiere claramente que el aislamiento social es un castigo paradójico para prisioneros violentos, ya que probablemente aumenta su agresividad. La investigación de Moriel también ha cobrado gran relevancia con la pandemia de la COVID-19, que ha generado un estrés crónico generalizado debido al aislamiento social. Ella espera que esta nueva atención a su campo aumente la conciencia sobre la importancia de la interacción social y sobre la crueldad contraproducente del confinamiento en solitario.
Hoy, en su propio laboratorio, Moriel continúa investigando el aislamiento social e incorpora los estudios sobre el miedo y la agresión inducidos por traumas que comenzó durante su postdoctorado. También tiene datos nuevos y emocionantes sobre cómo el aislamiento social afecta el comportamiento de apareamiento. Específicamente, los ratones machos usualmente emiten un canto de cortejo a las hembras, similar al canto de los pájaros. Después del aislamiento social, las vocalizaciones de apareamiento de los machos tienen un rango dinámico reducido y resultan en un cortejo menos exitoso. También investiga la agresión en hembras, un fenómeno que suele estudiarse en el contexto del comportamiento maternal, como cuando una hembra defiende a sus crías ante una amenaza. Sin embargo, Moriel está adoptando un enfoque diferente y estudia a las hembras utilizando los mismos paradigmas que normalmente se emplean para estudiar la agresión en los machos. Si bien es cierto que las ratonas no se atacan ni se muerden entre sí de la misma forma que los ratones machos (y por eso suele no usarse en estos ensayos de comportamiento), también muestran actos de agresión y afirmación de dominio, aunque en menor medida. Así, Moriel no solo está creando un ambiente más acogedor para las mujeres científicas, sino que también asegura que su investigación sobre los circuitos de miedo y agresión sea aplicable a ambos sexos.
Aunque Moriel está entusiasmada con los experimentos y las grandes preguntas que está abordando en su laboratorio, cuando se le pregunta sobre su visión para los próximos cinco o diez años, se ríe. “Nunca he sido de las que planean a largo plazo", comenta, y cree que esta mentalidad ha sido clave para combatir el estrés en el ambiente académico. Moriel explica que centrarse en los proyectos actuales le permite perseguir grandes preguntas científicas sin las presiones estresantes que impone la carrera hacia la titularidad. Aunque prefiere dejar que la ciencia la guíe a medida que avanza, Moriel sí tiene un sueño para el tipo de comunidad que quiere fomentar en su laboratorio. Cuando era estudiante de doctorado, pasó un tiempo en un laboratorio en Australia gracias a una beca de viaje de la NSF. Sus nuevos compañeros de laboratorio trabajaban intensamente durante el día, tomaban bebidas en la noche y se levantaban a las 4 a.m. para salir a correr. Esta rutina – que llegó a apreciar – le enseñó a Moriel la importancia de equilibrar el trabajo en el laboratorio con la salud emocional y física. Moriel quiere que sus futuros estudiantes tengan vidas plenas fuera del laboratorio para que puedan estar concentrados y motivados cuando estén trabajando.
Para crear su propio equilibrio, Moriel es madre y una apasionada escaladora. Descubrió la escalada al final de su doctorado y se siente increíblemente empoderada, no solo por el desafío intelectual y físico que representa, sino también por el grupo de mujeres fuertes e inteligentes con las que suele escalar. Encuentra que planear su ruta para subir una roca no es muy distinto de planificar un conjunto de experimentos para responder a una pregunta específica. Sin duda, en los próximos años, Moriel seguirá alcanzando nuevas cimas, tanto en las paredes de roca como en su comprensión de los circuitos neuronales del comportamiento social.